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domingo, 10 de marzo de 2013

EL REENCUENTRO, LA GENERACIÓN DE LA SECUNDARIA DE COZUMEL



“… me gusta ir con el verano muy lejos pero volver donde mi madre en invierno, y ver los perros que jamás me olvidaron y los abrazos que me dan mis hermanos...”

Facundo Cabral.

No sé si ustedes hayan vivido una experiencia como ésta pero si no es así les comparto la mía: 

A los 17 años emigré de la isla de Cozumel y en ella se quedaron no sólo mis padres sino también mi infancia y mi adolescencia. A los 24 regresé pero sólo estuve unos meses porque volví a salir en busca de nuevos horizontes.

Pasaron muchos años hasta que un día (en 2001) recibí una sorpresiva pero muy agradable invitación. Eran mis ex compañeros de la secundaria que organizaban la fiesta de la generación 1978-1981 –a 20 años de haber egresado– y solicitaban mi presencia. Acudí a la convocatoria y créanme la experiencia de volver a tu pueblo es única. Volver a Cozumel en esas condiciones es como meterte al túnel del tiempo.

Desde el barco se ve la franja oriental de tierra y al llegar al muelle se te agolpan los recuerdos a cada instante. Te detienes en cada lugar que reconoces y aunque se encuentre de otra forma te ves corriendo, jugando y platicando por aquellos días, en aquel parque, cine o malecón. Es como soñar con los ojos abiertos.

Por supuesto ya no eres la misma persona: has perdido una cantidad considerable de cabello y subido notablemente de peso. Ahora traes una barba de candado que te disimula la papada pero no puedes ocultar las canas y las arruguitas propias de tu edad. Aun así, con todo y ese “disfraz” de maduro que traes puesto, los cozumeleños son expertos en reconocer a la gente por muy cambiada que crea estar y aparecen los primeros saludos, unos de mano y otros de toquido de claxon. A la distancia escuchas tu nombre, otros te gritan mencionando el apellido o el apodo.

LA FIESTA

Por la noche, durante la fiesta, te encuentras a los de tu grupo o mejor dicho a los de todos los grupos porque la secundaria tenía cinco: A, B, C, D y E, y te da un enorme placer volver a ver a tus amigos, aunque te das cuenta que ellos también llevan el mismo disfraz de maduros. Y algo muy simpático, según te alcanza la memoria tú sólo te llevabas con un grupo reducido de personas, tus meros “carnales”, tus “compas”, aquellos que sabían santo y seña de tu vida, pero también estaban los pesaditos, los que se creían ricos, los vándalos, el club de las “bonitas” y su antagónico el grupito de las NO tan bonitas.

Hasta donde te quedaste había gente con la que nunca habías cruzado media palabra por mutuo desinterés, pero esa noche están todos, incluso el tipo con el que te agarraste a golpes por una tontería y que hasta hoy entiendes que lo fue. Por allá y por acullá están las muchachas que te gustaban y evidentemente no podía faltar la chica por la que suspirabas y que al sentirte lejos de ella querías cortarte las venas.

Sin embargo en esa noche ocurre algo mágico, es la magia del tiempo manifestada en madurez. Los pesaditos ya no te parecen tan desagradables, incluso te simpatizan, a los que se creían ricos la vida lo ha ubicado o fortalecido, y qué decir de los vándalos que ahora son profesionistas destacados. Por lo que hace a las bonitas ya no las ves tan inalcanzables.

Cuando menos te das cuenta ya has saludo a casi todos con excepción de dos o tres personas que estás seguro son las esposas o los esposos de tus ex compañeros, pero resulta que ellos son tus ex compañeros, los mismos que has estado ignorando durante toda la noche porque están irreconocibles, mucho más “gastaditos”, o bien porque eran gordos y adelgazaron o porque era delgados y engordaron. Ocurre todo lo contrario con aquellos que parecen haberse metido a la cámara criogénica porque literalmente están I-GUA-LI-TOS. Luego te topas con la chica de tus sueños y te das cuenta que el tiempo voló y que de tu percepción de adolescente ya no queda nada

En la madrugada y al calor de los alcoholes el grupo se reduce y se entra en confianza. Es tiempo de “decirse las netas”. ¿Y a ti quién te gustaba? – preguntan insistentemente las compañeras. Nunca lo hagan. Hay secretos de Estado que no se desclasifican y menos en esas condiciones porque, o bien quedas como un imbécil en tiempo pasado por no habérselo dicho en su momento, o bien como un imprudente en tiempo presente por hacerlo en público y delante de ella. La respuesta que mejor te acomoda, como hombre, es decir “¿a mí? Todas”.

Definitivamente fue una noche inolvidable que ocurrió hace 10 años y que tendrá una nueva edición este sábado 30 de julio de 2011 (también en Cozumel) cuando se cumplan los 30 años de haber salido de la secundaria pero esa, esa ya es otra historia.

Francisco Verdayes Ortiz
Cancún, Quintana Roo, México
Miércoles 27 de julio de 2011

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