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domingo, 10 de marzo de 2013

EL ARTE DE CACAREAR EL HUEVO...




En la política lo más importante es la percepción….

Esto significa que NO importa lo que somos sino lo que la gente cree que somos.  Partiendo de esta premisa los gobernantes se gastan cualquier cantidad de dinero para convencer a sus gobernados que ellos son la “neta del planeta”, los “elegidos de Dios”, los “Uyuyuy”, los que han logrado lo que nunca antes alguien pudo lograr, e incluso se sienten his-tó-ri-cos y ya quieren patentar el hilo negro y el agua tibia.

Los comunicados sobre sus actividades  –cual cartita de amor– nos deben derretir y hasta hacernos sentir mal por imaginar; suponer; pensar, que nomás se estaban gastando el dinero a lo puro tarugo.

Mención especial merecen sus informes de gobierno en los que logran decirnos en dos o tres horas lo que a nosotros nos cabría en la lista del súper…  Son tantas sus acciones y tantos sus logros que a veces me pregunto ¿En dónde estuve yo en este año? Es como si me hubiera quedado dormido a la mitad de la película y despertara justo en los créditos, cuando aparece una lista interminable de nombres: que si el operador, el iluminador, el ayudante de micrófono, el ambientador, etcétera, etcétera…

En resumidas cuentas los políticos viven de lo que la gente piensa que han hecho y no de lo que realmente han hecho, por eso se la pasan, como decimos coloquialmente, “cacareando el huevo”.

Me imagino cómo pudiera ser el  informe anual de un ama de casa, de clase baja-media, con un marido y un par de hijos:

“Queridos hijos, estimado marido, vecinos que nos acompañan: En este periodo preparamos 1,095 comidas, entre desayunos, almuerzos y cenas. (OJO: Está prohibido hablar en primera persona y en singular para no verse petulante)… Lo que equivale,  a que en este año lavamos, en promedio: 4, 380 platos extendidos, 4,380 platos hondos, 4,380 vasos, y 13, 140 cubiertos, entre cucharas, cuchillos y tenedores…”

Luego vendría el desglose del lavado de ropa (por piezas o por docenas), el planchado (igual), la trapeada y la barrida (por metros cuadrados), y las idas al súper (por metros o por kilómetros).

Si las amas de casa utilizaran la técnica de los cautivadores informes de gobierno de nuestros políticos, sabrían que a los 30 minutos de discurso continuo el público pierde la capacidad de entender, es decir que captamos el sonido pero no entendemos el mensaje, y ese es el momento justo en el que nos pueden repetir íntegramente el informe sin que lo notemos. El número de kilómetros de concreto hidráulico utilizados en nuestros calles podrían convertirse en miles de metros, millones de centímetros o trillones de milímetros.

Las amas de casa bien podrían presentarnos informes de labores, anuales –sin inflar los números– verdaderamente impresionantes. Y estoy hablando de un ama de casa que no sea profesionista, que se dedique exclusivamente al hogar y no tenga la ayuda de la “muchacha”, la nana, la mamá o la suegra.

Los políticos se han acostumbrado a que les aplaudamos por hacer lo que es su obligación. Las amas de casa, en cambio, jamás harían este informe hipotético que planteo, porque de realizarlo, así sin falsear, caeríamos arrodillados ante ellas diciéndoles: Discúlpame amor y yo que pensé que solo te la pasabas viendo a la “señorita” Laura… 

Bueno, bueno, no está demás que de vez en cuando todos cacareamos el huevo.

  
Francisco Verdayes Ortiz
Cancún, Quintana Roo, México
10 de marzo de 2013.


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